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lunes, 4 de diciembre de 2017

EL GNOMO DEL JARDÍN

En el  patio (al que nos gustaba llamar jardín) de la casa de mis abuelos, hay un gnomo de esos tan típicos que adornan los jardines de cualquier país del mundo. Está allí desde tiempo inmemorial, no sé de donde vino aunque creo recordar haber oído decir a  mi abuela, que lo recogió de la basura, donde alguien   lo había tirado para que pasase a mejor vida.

      Yo lo recuerdo desde que era niña y con el paso de los años fui testigo de los cambios producidos en su indumentaria. En primer lugar su vestimenta original fue, chaquetilla y gorro puntiagudo, ambos de un color rojo muy vivo y su pantalón de un tono marrón oscuro. Tiene una barba blanca y rizada y en su boca una eterna pipa de bambú. En su mano derecha lleva un farol, en el que se podía leer en pequeñas letras metálicas, parte de una palabra, a la que se le habían caído las primeras letras y nunca supimos que querían decir aquellas cuatro letras, "…sute", siempre pensamos que debía de ser  lo que quedaba de la marca del fabricante. En ese farolito, recuerdo que mi abuela solía meter un trozo de vela encendida y quedaba muy  bonito, sobre todo en las letárgicas noches mediterráneas de agosto, además la luz de la vela atraía a mosquitos, polillas y otros insectos voladores, librándonos así de sus molestas picaduras.
   
           Después, cada vez que en casa de mis abuelos se pintaban las verjas de hierro y las cercas de madera que rodeaban los parterres de flores a nuestro pequeño gnomo lo vestían con   el mismo color, supongo que para remediar los estragos del sol y la lluvia y que de paso, quedara a juego con lo demás. Por otra parte, eran otros tiempos y no se tiraba nada, en alguna ocasión por rebañar la lata de pintura al máximo, nuestro amigo se había quedado con su ropa a medio pintar, hasta la próxima ocasión.

         Pasaron los años, los nietos crecimos y abandonamos la vieja casa, donde hijos, padres y abuelos, habíamos vivido días felices. Pasado un tiempo mi abuelo murió y ocho años después, mi abuela. Entre todos decidimos cerrar la casa hasta ver que se hacía con ella y el pobre gnomo quedó allí solo, abandonado y olvidado de todos.

         Hoy, después de muchos años, decidí acercarme al pueblo para ver como seguía la vieja casa. Ya desde lejos pude apreciar su decadencia: persianas rotas, el canalón que bordea el tejado colgando de una esquina y la maleza y la mala yerba invadiéndolo todo y por dentro todo cubierto por una gruesa capa de polvo, el viejo columpio que nuestro abuelo nos hizo, yacía en el suelo, a los pies de la higuera con la soga  podrida por las inclemencias del tiempo y los años transcurridos. La buganvilla, tantos años sin haber sido podada, se había vuelto tan enorme que enredaba sus ramas en la higuera en salvaje abrazo. Seguí deambulando por entre los parterres ahora poblados de ortigas, cuando entre la maleza de pronto distinguí algo rojo y brillante y cual no sería mi sorpresa cuando al acercarme pude ver al viejo gnomo más reluciente que nunca, dándome la bienvenida mientras me alumbraba el camino con su farol encendido, al que por cierto, ahora también le faltaba la  “u” de la antigua palabra, ahora solo se podía leer  “…s..te”
...Y llámenme loca, pero de pronto aquella figurita inanimada cobró vida y me sonrió guiñándome un ojo y dejando caer su eterna pipa y os juro, os juro, que como en un susurro me dijo "Gracias por venir a rescatarme"

Julia L. Pomposo


20 comentarios:

  1. Pobrecillo...menos mal que pasaste.
    Un saludo.

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  2. Es que debió ser duro quedarse solo después de años de ser testigo de la vida familiar de la que seguro se sintió parte, y ver lo que el abandono hacía con el entorno. Reconocer una cara familiar tuvo que llenarle de alegría y esperanza.
    Es todo muy tierno, desde los días felices, hasta el decadente y nostálgico final.
    Besosss

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    1. ¡Y qué lo digas!, hasta las piedras tienen su corazoncito.
      Besos

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  3. Ay,la casa de los abuelos!!cuántos recuerdos eh,me gusta el gnomo:).
    Muchos besos Julia:):)

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    1. ¡¡¡Teresa!!!
      Me da mucha alegría verte de nuevo por estos lares, espero que todo te vaya mejor y nos regales tus "no cuentos", esos que tanto nos gustan.
      Me alegrode todo corazón de recuperarte.
      Besos

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  4. Una bonita historia que la nostalgia te ha hecho ver la sonrisa del gnomo.Besicos

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    1. Me alegro que te haya gustado mi micro relato, todos necesitamos atención y amor, hasta un pequeño gnomo de jardín.
      Besos

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  5. Respuestas
    1. Gracias María, por tu comentario y sobre todo por tu visita, que siempre es recibida con alegría.
      Besos

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  6. Enternecedor Julia, precioso amiga, y sí, hasta la piedras pueden vibrar.
    Un besazo.
    Muác!!!

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    1. Gracias Carmen por venir siempre a comentarme. Me alegra mucho que te guste lo que escribo.
      Un besazo

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  7. Que bonito.que recuerdos y el gnomo alli esperandote. Besos

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    1. Pues si, pobrete.
      Gracias por tu visita y tu comentario, son lo que da vida al blog.
      Besos

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  8. uuuuff y seguro te sonrió yo te creo sabes que allí esta la magia a pesar de los gris que podías observar el paisaje y allí estaba él para darte la acogida , muy dulce tu relato , besos amiguita desde mi brillo dle mar

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    1. Gracias Beatriz. A veces siento deseos de que esas cosas sean verdad, para que nunca se pierdan la magia y la fantasía.
      Gracias amiga poetisa por tu visita.
      Besos

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  9. Precioso y encantador relato. Cuanta alegría debió sentir el gnomo al sentirse rescatado, por quien de niña había disfrutado de su compañia.
    Un beso grande.

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    1. Gracias Josefa. A veces la imaginación te juega malas pasadas o buenas pasadas, como en este cuento.
      Besos

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  10. Julia el gnomo se lavo y se puso guapo porque savia que iba a tener una visita pues seguro que se alegro un montón de verte porque con todo lo que a tenido que pasar primero lo tiran a la basura como un trasto viejo segundo a tenido que estar mucho tiempo abandonado menos mal que por fin lo rescataste.Un saludo y a soñar

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    1. Gracias Maudilio, me alegra que te guste mi cuento.
      Nos vemos el viernes

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