Con su cesta al brazo alegre cantaba
Ricitos de Oro con capucha grana.
Cantaba la alondra al verla pasar
y el buho cantaba
y el viejo zorzal que anida en el roble
les acompañaba.
Ricitos de Oro con capucha grana.
Cantaba la alondra al verla pasar
y el buho cantaba
y el viejo zorzal que anida en el roble
les acompañaba.
Pero por el bosque,
¡pobre niña ingenua!
con el feroz lobo se vino a topar,
lobo con tejanos y "chupa" de cuero
que se apoderó de su ingenuidad.
¡pobre niña ingenua!
con el feroz lobo se vino a topar,
lobo con tejanos y "chupa" de cuero
que se apoderó de su ingenuidad.
Y todos sus sueños se fueron por tierra
y quebró su canto y quiso gritar
mas solo el silenció oía sus gritos
y cerró los ojos para imaginar,
que solo era un sueño, una pesadilla
y que en un momento, iba a despertar.
y quebró su canto y quiso gritar
mas solo el silenció oía sus gritos
y cerró los ojos para imaginar,
que solo era un sueño, una pesadilla
y que en un momento, iba a despertar.
Junto al río quedó la cesta tirada
vertida la leche y mojado el pan
la capucha grana, rota en mil jirones
como testimonio de la realidad.
vertida la leche y mojado el pan
la capucha grana, rota en mil jirones
como testimonio de la realidad.
Triste está la alondra y el viejo zorzal
pues aunque a diario la ven al pasar
Ricitos de Oro, no ha vuelto a cantar.
Julia L. Pomposo