EL HADA PROTECTORA
Desde que abriste los ojos a este mundo,
desde el momento en que a mi pecho te enganchaste,
desde el segundo en que sentí tu primer llanto,
solo viví para quererte y adorarte.
Fuiste mi prioridad en cada instante,
mi vocación, mi anhelo y mi desvelo
mi distración mejor de cada día
el dueño de mis penas y alegrías.
Hoy que puedes volar en vuelo libre
que ya no necesitas que te ayude,
Ahora que tu decides el calibre
del corazón que quieres que te arrulle.
Y ahora que soy yo quien necesita
algo de tu atención, tal vez consuelo
solo obtengo de ti un beso al año
con sabor a uvas, al llegar Enero.
Y hasta el año que viene, si Dios quiere
_Te llamaré algún día, no te preocupes_
pero no llega nunca esa llamada
y el teléfono mudo, me consume.
Ayer descubrí tus ojos que observaban
desde la quinta fila de un teatro,
me embargó la emoción, me alegré tanto
que mi viejo corazón saltó en pedazos.
Se paró sin más, sin esperarlo
presa de la emoción al ver tu cara
en el viejo televisor que hay en la sala,
lo más cerca que te tuve en todo el año.
Al fin y al cabo, las hadas son mujeres
y también ellas sufren y se agotan,
se entregan sin medidas a los hijos
porque una madre es un hada protectora.
Hoy te escribo en un girón de nube
con la pluma que a un ángel le arranqué de un ala,
recordando ese tiempo en que te tuve
en que fuiste mi niño, mi querube.
Perdona por quererte sin medida,
tal vez te sentiste prisionero
solo cambié mi vida por la tuya.
Así te quise, así te querré, así te quiero.
Julia L. Pomposo