El Nazareno
Todo empezó para ti
en un domingo glorioso,
entre chiquillos gritando.
Palmas y ramos de olivo,
gozosos van agitando.
La cena con tus amigos
y el anuncio de tu adiós,
la oración, solo en el huerto
con la luna por testigo.
Vinieron a hacerte preso,
como a un vulgar asesino.
Hay tristeza en tu mirada,
ni una queja, ni un reproche.
Aquel beso que sirvió
para entregarte a los hombres.
La prueba de una traición.
Días de angustia sin límites,
difamación y flagelo,
humillaciones e insultos.
Sangre inocente vertida,
sangre inocente del Cielo.
Y una Madre Dolorosa
Para la que no hay consuelo,
desgarrada por la pena,
viendo escaparse su vida,
llora a los pies del Madero.
Nunca apreciamos los hombres,
sacrificio tan inmenso.
Nunca podremos pagar
La muerte del Nazareno.
Cuyo único delito fue,
el delito de querernos.
Julia López