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lunes, 11 de noviembre de 2019

KAJICA Y EL CASCABEL DE PLATA

Hoy les dejo este micro relato de mi autoría para variar un poco.



 Minowá era un pequeño indio sioux que vivía en el territorio lakota (verdadero nombre de los sioux) en  Wyoming. Minowá, que quiere decir “aquel que canta”, debía su nombre a que en el momento de nacer, su llanto fue tan melodioso y prolongado, que más que llorar parecía estar entonando uno de aquellos cantos ancestrales de sus antepasados; ahora tendría apenas ocho años y era un niño sano y feliz que pasaba la mayor parte de su tiempo correteando por las praderas y montes con su tirador y su pequeño carcaj a la espalda a la caza de zarigüeyas, mapaches y algún que otro conejo de monte.
       En una de estas aventuras de caza encontró un día a Kajika, un pequeño bebé de puma que gemía tembloroso junto al cuerpo sin vida de su madre, a los que algunos cazadores sin escrúpulos habían dado muerte mientras intentaba, (seguramente a zarpazos) defender a su cría. Sin preocuparse para nada del cachorro, lo habían abandonado a su suerte, donde probablemente habría muerto de no ser porque Minowá lo encontró. Tomó al pequeño puma en sus brazos y lo llevó hasta el campamento……Y allí se quedó
      Minowá poseía un cascabel de plata que su abuelo le entregó el día que cumplió los cinco años, era un regalo que le hizo una bondadosa señora de una caravana de Samis que pasaron camino de Dakota y a la que su abuelo curó de una picadura de serpiente. Minowá siempre lo llevaba colgado del cuello con un bonito cordón que le había tejido su madre. Todo el mundo en el campamento de multicolores tipys, conocía el sonido del cascabel de Minowá, aunque parezca increíble, también  Kajika, que lo seguía a todas parte y corría a su encuentro cuando oía su repiqueteo a lo lejos.

     Pero todo en la vida tiene un final y el de la relación entre nuestro protagonista y el cachorro de puma también lo tuvo. Minowá había crecido; ya tenía diez años y nuestro puma, al que su amigo había bautizado con el nombre de Kajika, que quiere decir “aquel que camina sin hacer ruido”,( por su manera silenciosa de acercarse sin que él lo advirtiese), también había crecido y se había vuelto demasiado grande para permanecer en el campamento. Pero Minowá quería mucho a su amigo y se negaba a separarse de él. Su padre le explicó que los pumas siempre habían sido unos animales libres y dueños de sus vidas, hábiles cazadores y dignos habitantes de las praderas y que seguir teniendo allí a Kajika era privarle de todas esa cosas a las que él también amaba tanto, como la libertad.
       Al final su padre logró convencerle y una mañana, antes de que su hijo despertase, ató al puma a la grupa de su caballo y se alejó con el todo lo que pudo, tardó dos días en encontrar un lugar idóneo para él, en aquel sitio podría vivir con otros pumas que cazaban en grupo y sería mas fácil integrarse a la manada, allí lo soltó y regresó al campamento.
     Pasaron muchos años, muchos meses y muchas lunas, Minowá creció y formó su propia familia, un día tomó a su esposa y a su pequeña a la que llamaban Sihu, que quiere decir “pequeña flor", y se trasladó hasta los territorios del norte que eran mas fértiles y la caza era abundante.

     Una tarde, durante La Luna del Maiz (septiembre), dejó a su pequeñina durmiendo plácidamente junto a unos arbustos mientras el buscaba hierbas medicinales por las cercanías del campamento. Al volver al lugar encontró a un enorme puma merodeando alrededor del bebé. Minowá quedó petrificado y sin atreverse a realizar ningún movimiento por temor a la reacción de la fiera,  y cuando ya el puma estaba a punto de atacar a la pequeña, él saltó en su defensa y el animal se paró de pronto deteniendo su ataque mientras toda su atención se dirigía hacia Minowá. Un tintineante sonido le trajo a la memoria recuerdos de un cascabel y de su dueño y de tiempos lejanos y felices, en los que no tenía que preocuparse en buscar comida; inmediatamente reconoció a Minowá y acercándose a él, puso sus enormes zarpas sobre el pecho de su amigo mientras le lamía la cara. Minowá lloró emocionado al reconocer a Kajika y juntos, hombre y fiera, permanecieron abrazados mientras se reconocían mutuamente.

                                                            Julia L. Pomposo

34 comentarios:

  1. Hola Julia, que historia tan bonita, al final me he emocionado al imaginar la imagen entre los dos abrazados, bonita de verdad.

    Besos.

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  2. Un cuento bonito y muy tierno sobre todo el final.Besicos

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  3. Tengo facilidad para emocionarme con este tipo de historias, entre esos dos seres, los animales son mi debilidad, y ese final me ha emocionado.
    Feliz semana Julia.
    Un beso

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    1. Me alegra que te haya gustado, también adoro a los animales.
      Besos

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  4. Un relato que me ha encantado Julia y con un final feliz.

    Besitos.

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    1. Como dice un viejo refrán. No es tan fiero el león como lo pintan, los animales también tienen su corazoncito.
      Besos

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  5. Hola Julia.. Por eso digo siempre que hay que conservar los amigos, nunca se sabe cuando te pueden ayudar.. Minowá tiene un buen amigo.
    Un abrazo..

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    1. Si, así es. Los animales también tienen sus sentimientos.
      Besos

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  6. ¿Quien no puede emocionarse ante semejante ejemplo de amor incondicional?... Este cuento me recuerda a un vídeo que hace poco compartí en mi perfil de Facebook, donde un gorila ya moribundo que rechazaba la comida y cuidados, tuvo el encuentro con su cuidador cuando era un bebé y en cuanto lo reconocío comenzó a demostrarle todo su afecto, dejando que le diera alimento y mostrando su mejor sonrisa... Luego a los pocos minutos que se volvió a quedar solo se dejó morir.

    No hay palabras suficientes, estimada Julia, para expresar estos ejemplos de auténtico amor entre hombres y animales.

    Un beso.

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    1. Recuerdo ese video y me emocionó mucho, los animales son agradecidos y saben amar a quienes los aman.
      Besos

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  7. Julia menos mal que llevaba el cascabel Minowá y el puma lo recordó porque sino se lleva el susto .Un abrazo y hasta mañana

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    1. Suerte que el puma tenía buena memoria, que si no.....Uf
      Un abrazo

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  8. Un cascabel salvador, bonita historia.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Alfred, también los animales tienen su corazoncito.
      Besos

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  9. Julia: muy buena tu poesía "YO" expuesta en la calle.

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    1. Gracias Paco, me alegra que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo.

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  10. Respuestas
    1. Menos mal, si te pasas un lunes de tres y media a cino, arreglamos el embrollo que tienes liado en el blog.
      Te espero

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  11. Hola Julia cariño , que bella historia con final feliz
    al final se volvieron a encontrar , me a gustado mucho
    te deseo una feliz noche , besos de flor.

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    1. Gracias por tu visita y tus palabras, Flor. Me alegra que te guste mi cuento.
      Besos

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  12. Una preciosa y emocionante historia.
    Gratificante y bonito leerla.
    Te felicito.
    Un beso.

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    1. Gracias Amalia, me alegra que te haya gustado mi relato
      Un fuerte abrazo

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  13. uufff asi es de entrañable el amor no importa si es animal o no uufff me ha encantado tu historia , Poetiza, un beso desde mi brillo del mar

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    1. Gracias, Beatriz, a veces los animales entienden más de amor que muchas personas.
      Besos desde Cataluña

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  14. Eres pura ternura y emoción.
    Se nota leyéndote.
    Te felicito.
    Me ha gustado mucho.

    Besos.

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    1. Gracias amigo, es un placer recibirte en mi viejo baúl.
      Un abrazo

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  15. Precioso relato con un final feliz. Me ha gustado mucho.
    Saludos.

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  16. Tu relato me ha llegado al fondo y es que me ha recordado a "Cougar" un gato que tuve muy cariñoso, le puse ese nombre porque se parecía a un puma por el color del pelo y sus ojos rasgados. Aún estoy emocionado.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Miguel. Me alegra que te guste.
      Un abrazo

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  17. Aquí se refleja lo que el ser humano olvidamos ...o no queremos saber
    que en la naturaleza todo está conectado y que hay lazos irrompibles cuando es el AMOR auténtico lo que nos allana el camino
    una preciosa historia que fortalece vínculos y sabidurías.

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    1. Gracias Meulen, me llena de alegría que te haya gustado mi relato.
      Besos

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